jueves, 10 de enero de 2019

Mujeres del Fin del Mundo

En la estancia Harberton, ubicada sobre el Canal de Beagle, a 85 kilómetros de la capital fueguina, hay un jardín botánico, al mejor estilo austral: un bosquecito laberíntico  con  esa hermosa desprolijidad que tiene la naturaleza,  una pequeña reserva  con especies del lugar: ñire, canelo, guindo, lenga, calafate. Es  la más antigua de Tierra del Fuego (1890) y, sin embargo,  es nueva la tierra ahí, el suelo es como una esponja, algo blando y superficial,  así se siente cuando uno camina encima, mullidito. Los árboles tienen raíces que se nutren de esos 30 centímetros más o menos y  abajo, todo  es piedra.  Son de piedra también las lápidas del cementerio,  apenas una parcela en el medio de la reserva , delimitada  por una cerca de madera pintada de blanco. Ahí está la tumba de Winnie May Lawrence, que la declara  fiel esposa  y devota madre de tres chicos.  Winnie fallece a los 29 años.  Digamos que no tuvo mucho tiempo para intentar otra cosa que no fuera la fidelidad y la devoción. El diccionario define la fidelidad  como la firmeza y constancia en los afectos, ideas y obligaciones y en el cumplimiento de los compromisos establecidos y yo me pregunto: ¿establecidos por quien?  Otro nombre que resuena por estos lados es el de  Fueguia Basket ,  una niña yámana de diez años que  los británicos comandados por Fitz Roy se  llevaron a Inglaterra para “civilizar” junto a otros dos jóvenes. Obviamente Fueguia Basket no era su nombre,  fue así rebautizada con  ese sobrenombre irónico, una burla ( puede que se haya destacado en el arte de la cestería . Basket: canasto en inglés). Fueguia  no fue fiel ni devota y de regreso a su tierra,  ya siendo una  joven, en un año abandonó  todo su aprendizaje británico y buenas costumbres y volvió  a formar parte de los suyos. Darwin lamentaría siempre que “recayera” nuevamente en el estado salvaje. Tal vez Fueguia quiso cumplir con el compromiso de llevar semejante nombre y mantuvo su fuego vivo. Y su fidelidad era a esta tierra.
Roxana D’Auro 

3 comentarios:

  1. Hermoso relato el tuyo Roxy, como todo lo que realizas, es un precioso homenaje a las mujeres del fin del mundo, tan bellas como el paisaje circundante!!! Gracias!!!

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    1. gracias dobles jajaja!!! en ese paisaje debe haber sido muy dificil ser mujer

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