domingo, 7 de mayo de 2017

Apuntes bien al Sur

Conejos y Castores

En el museo del fin del mundo  hay un sector con  viejos herbolarios. También hay unos paneles que muestran  las primeras ilustraciones científicas que fueron hechas sobre  la fauna de la zona. Los animales se ven bastante fantásticos. Demasiado. Fueron mirados, sin duda, con extrañamiento   .
Las islas (y Tierra del Fuego es una isla) tienen esa particularidad: una  flora y fauna “rara” que no se encuentra en el continente. Los primeros que llegaron al fin del mundo, esos exploradores  que se animaron hasta   los lejanos mares del sur, habrán tenido, sospecho, una necesidad imperiosa de aferrarse a algo, le quisieron  ganar una partida a esa naturaleza   de noches eternas, de cielos con estrellas nuevas, de aves aladas que  no vuelan y se empecinan en caminar como las personas, hasta habrán  sentido una especie de melancolía por la vida salvaje  que conocían. Y empezaron con los conejos. Dos parejas  que se transformaron en treinta millones. Después vinieron los castores.
“Beaver” se dice en inglés .Jamás lo voy a olvidar. En una de mis primeras clases en una escuela primaria un chico me preguntó: ¿cómo se dice castor en inglés? Yo por aquel entonces no lo sabía o no lo recordaba, soy de Buenos Aires, de la llanura, se como se dice vaca, caballo o gallina, ¿qué interés podía tener   un chico de nueve años  en  castores?
¿Cómo NO SABES? dijo bien fuerte  ¿No sos profe acaso? sentenció,  dictándome la pena de muerte ante todos sus compañeros.
Volví a  casa y busqué en el diccionario cómo se decía: “Beaver “.
Desde ese día le tomé bronca a los castores. 
Veinticinco parejas de castores  llevaron a Tierra del Fuego  para un proyecto peletero que jamás prosperó. Los dejaron en libertad y  se transformaron en 150.000.

Donde hinca el diente el castor todo muere. Se pueden ver los diques  conteniendo  el agua rodeados de árboles secos. Esa imagen le da a los paisajes algo fantasmal. Se le suma  el silencio. No trinan jilgueros o benteveos en los  bosques fueguinos. En ese silencio exige respeto esta Tierra. Un respeto que le perdieron desde que se apagaron aquellos fueguitos que le dieron nombre. 

Roxana D'Auro

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